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Pornografía versus realidad: Cómo nos engañan las películas para adultos

23.11.2021

¿Qué nos muestra la pornografía y en qué se diferencia del sexo real? ¿Cómo nos afecta el consumo de pornografía? ¿Cuáles son las posibles consecuencias de ver películas para adultos?

La pornografía es una forma de entretenimiento. Es como un cuento de hadas para adultos creado para generar un efecto. Y así es como debe ser vista, de lo contrario el consumidor puede tener grandes problemas en su vida. ¿Por qué?

Si consumimos pornografía por mucho tiempo nos puede generar la impresión de que así son y así se comportan los hombres y las mujeres comunes, y esta impresión puede tener un efecto negativo en nuestras vidas. Veamos por qué.

Los aparentes dioses del sexo

Para que la impresión sea la mejor posible, los actores porno se eligen por su aspecto y su capacidad de lograr erecciones rápidas y resistentes. Al menos los hombres.

Ante nuestros ojos desfilan hombres con una musculatura bien desarrollada, dotados de penes por encima de la media, con capacidad de actuar de inmediato, con una resistencia anormal y que terminan sus actuaciones con orgasmos impresionantes acompañados de un torrente de semen.

Son maestros del sexo, ¿o es así como se supone deberían ser los hombres normales? Ni lo uno ni lo otro.

Comparamos lo incomparable

Figura perfecta

Los actores tienen que mantenerse en forme para obtener sus papeles y para que el espectador pueda identificarse con ellos. El hombre medio no está tan motivado para verse tan bien y por lo tanto no pasa horas cultivando su apariencia, y mucho menos pensando en qué ángulo mostrará mejor sus bíceps.

Seductor nato

Los actores porno deben cautivar y presentar el arquetipo del macho exitoso que entra en una habitación y en apenas unos instantes la mujer está seducida, desvestida e inmediatamente preparada para la acción, que disfruta como es debido y preferiblemente en voz alta.

Por supuesto de acuerdo con el guión y las intenciones del director. En la vida real, el proceso de cortejo y seducción lleva mucho más tiempo, y los miembros de la pareja tienen que descubrir y alinearse gradualmente para disfrutar del sexo al máximo.

Pene gigante

Un pene grande tiene que impresionar al espectador. Pero la realidad es tal que, mientras en promedio un actor porno puede presumir de medidas de 18 a 23 cm en plena erección, el hombre promedio está equipado con 14 a 17 cm. El pene del hombre promedio no es chico, es normal. Y no, el buen sexo no depende del tamaño del pene.

Potencia de semental

Una erección rápida y firme como un roca, una condición física que permite un ritmo frenético y horas de resistencia no son algo común ni siquiera entre los actores porno. Son muchos los actores que antes de entrar en cámara necesitan ayuda para una erección firme, ya sea de propia mano o con medios de apoyo. El ritmo y la resistencia a menudo son también obra del camarógrafo y el editor. En la vida real, a un hombre le toma tiempo estar listo y la relación sexual en sí en promedio no dura más de 7 minutos.

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Catarata de esperma

La escena llega a su clímax y todo acaba en pocos segundos con una cascada de semen que lo cubre todo. Aunque existen hombres a los que la naturaleza ha bendecido en este sentido, una vez más, se trata del trabajo preciso del editor. Durante la eyaculación un hombre normal produce entre 2 y 5 ml de semen, una media del contenido de una cucharilla.

Pornografía versus realidad
¿Y qué de las contrapartes femeninas?

Mientras que en las películas porno abundan las bellezas esbeltas con pelo largo, labios carnosos, pechos firmes (a menudo artísticamente esculpidos por un hábil cirujano plástico) y órganos sexuales casi idénticos y perfectamente simétricos, las mujeres reales son mucho más diversas.  

En la realidad, una mujer no está preparada para el coito de inmediato, y para alcanzar el orgasmo la mayoría necesita algo más que el coito convencional . No a todas las mujeres les entusiasmada la idea del sexo anal o del sexo con varios hombres a la vez, y no todas las mujeres experimentan el sexo en voz alta. Y eso está perfectamente bien.

Intente imaginar que tiene la oportunidad de tener el sexo con la estrella del porno de su elección. ¿Cómo la elegirías y por qué? ¿Pechos firmes, figura menuda, vagina simétrica y estrecha, suspiros de admiración ante tu hombría?

Las actrices son cuidadosamente elegidas para conformar con un aspecto estético y la capacidad de interpretar lo que el guión manda, y se reducen a satisfacer los deseos eróticos masculinos. Y una vez más, esto difiere de la realidad. ¿Qué riesgos tiene esto para la vida?

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Riesgos del consumo frecuente de pornografía

El consumo regular de pornografía puede resultar en una desconexión de la realidad y en el desarrollo de adicciones que se manifiestan como:

  • Percepciones distorsionadas de las relaciones sexuales
  • Exigencias exageradas con las parejas sexuales
  • Incapacidad de comunicarse y de entablar relaciones profundas
  • Supresión de la imaginación a favor del consumo pasivo de contenidos preparados
  • Incapacidad para excitarse sin la pornografía
  • Incapacidad para alcanzar el clímax que no sea con la masturbación.

En casos extremos, la adicción a la pornografía conduce a la alteración de los horarios diarios y a la incapacidad de cumplir con obligaciones y compromisos.

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Encontrar un equilibrio

En sí misma la pornografía no es mala. Es un escape de la realidad a un mundo artificial. Podemos disfrutarla bajo una condición: en la medida razonable para mantener el control sobre nuestras vidas.

Una vida sexual plena no se puede vivir en una pantalla sino que está afuera en algún lugar y se compone de atracción, amor, deseo de intimidad y respeto mutuo. Y justamente eso es lo que deberíamos preferir siempre. Es nuestra vida y debemos vivirla de la mejor manera posible.

Autora: Marina Deluca

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